lunes, 14 de abril de 2008

Medianoche en N.Y, Mediodía en el Sahara

Es palpable que nuestra civilización cree vivir en un mundo en plena y feliz simetría. Es cierto que en la televisión ocurren cosas horribles, pero por qué preocuparse cuando puedo estar pensando en mis propios problemas o cambiar directamente de canal. Simplemente, pararé a pensar en ello cinco segundos y luego me quejaré sobre la postura de los gobiernos a nivel mundial.

¿No parece un planteamiento algo irónico? La postura individualista en cuánto al resto de la sociedad ha tomado quizá un sentido a día de hoy, que ciertos pensadores que la concibieron en su momento se escandalizarían al ver las riendas de su pequeña creación, desbocadas y carentes del sentido de justicia y armonía que ellos un día le brindaron, por el arrastramiento de una masa masiva que sufre lustro tras lustro, la decadencia de las deficiencias de su planteamiento sistemático llevadas al extremo por personas sin escrúpulos.


Vaya...después del paso al Homo Sapiens, realmente no hemos aprendido mucho en ese aspecto. Me pregunto en qué momento nos pararemos a pensar en ello, pero aún existen indicios de que hay focos que se niegan a mostrar posturas receptivas, ahondando más en las divergencias que poseemos que pensar, por el contrario, en las similitudes que nos unen. No pienso que este sentimiento se tenga que ver obligado a estar subordinado a las religiones, o en un sentido político. Al tener estos pensamientos, caemos en el error de nuestra propia lógica simétrica, y ésta nos dice que rozamos el borde de la utopía, dado que a día de hoy, el mundo no gira a nuestro gusto. "Bueno..." pensamos. Y la pregunta "¿qué podría hacer yo?" inunda por un momento en nuestra conciencia. El terror se nos apodera al caer en la cuenta que nadamos a contracorriente y maldecimos nuestra condición de ser otra confirmación de esa regla estúpida que alguien inventó.
Pero... la parte que más me gusta realmente de esto, es que me niego a pensar que no exista gente que se levanté y no tenga las mismas preguntas rondando en la cabeza. Realmente es después de haber maldecido, cuándo te reafirmas y tienes aún más ganas de ser tú mismo y de mostrarte a los demás y no ocultar tus inquietudes. Ahí vislumbramos las cosas de otra manera y todo parece cobrar sentido. Pero este mundo quiebra su simetría a su antojo y es entonces dónde secciona nuestra suerte. Éste mundo sufre cíclicamente sus desgracias y nos lleva con él en sus ciclos. Quizá es esa la cualidad la que nos ha llevado hasta dónde estamos, la de adaptarnos.
Ciertamente y aunque no queramos, esa rueda nos arrastra irremediablemente, pero la manera de hacer que esa rueda gire puede mejorar.



1 comentario:

Plumas dijo...

Este “posteo”, articulo tuyo, al igual que otros, no se puede seguir el hilo de pensamiento con una lectura liviana. No lo digo como algo negativo, al contrario, sino como una característica positiva o buena.

Por que “Medianoche en N.Y, Mediodía en el Sahara"?